jueves, 13 de marzo de 2008

Místico vs el hijo del Perro Aguayo


El pasado viernes 29 de febrero, se llevó a cabo en la Arena México, la lucha estelar entre Místico, el ídolo de multitudes, contra el hijo del perro Aguayo, Mephisto y Averno en medio de gritos, chiflidos y euforia que envuelven el lugar al ver el despliegue de edecanes, asediadas por las cámaras, anunciando la entrada de los luchadores y el inicio de la pelea. Místico toma al perro Aguayo desde la tercera cuerda y lo arrastra hasta que este suplica, sus compañeros lo toman de la mano y entran en su ayuda, la gente enloquece.

Es impresionante la cantidad de gente que cada viernes (principalmente) se da cita para presenciar magnificas coreografías por parte de sus ídolos. Y es que en la actualidad el boom de la lucha libre ha sobrepasado a todos lo estratos sociales pues ya no es raro observar la llegada tanto de humildes familias como de lujosas camionetas con los llamados “juniors” con gran incertidumbre por no saber lo que sucederá adentro, conviviendo sin distinciones entre chicharrones, cervezas y tortas.

Después de la incertidumbre, la victoria es de Místico.

Por otro lado la porra enmarca perfectamente el ambiente con gran entusiasmo al unísono de “rudos” o “técnicos” que a lo largo de la pelea se hacen acompañar por el apoyo de su tribuna.

Los narradores agregan el toque final con atinados y divertidos comentarios que amenizan el espectáculo, mientras los niños que están cerca del cuadrilátero quedan atónitos al ver caer a su héroe a sus pies víctima de la llave maestra de su contrincante o de un salto desde la tercera cuerda.

Una gran figura es el Sr. Gallegos portando (en esta ocasión) un elegante traje amarillo canario, que viernes a viernes ha asistido desde hace más de cincuenta años ávido por contar mil y un anécdotas, sus ojos se llenan de luz al recordar aquellos tiempos en los que llegó a la Cuidad de México procedente de Europa para encontrarse con tantas cosas ajenas a el y que cambiarían su vida, la forma en que llegó a ser el fotógrafo estrella de la Arena, su acercamiento con el Santo, su desilusión al comentar que las luchas de ahora son sólo circo, en fin, una vida enmascarada de amor a la lucha libre.
Por Ariadna Sánchez, estudiante de Comunicación y Periodismo, FES-Aragón

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