sábado, 31 de mayo de 2008

El realismo mágico de Pedro Páramo

*Muertos y vivos conviven en Comala, un pueblo lleno de realismo
Dentro de la literatura mexicana podemos encontrar a Pedro Páramo, uno de los libros más sobresalientes de Juan Rulfo, perteneciente a la corriente del realismo mágico. Dentro de su brevedad, determinada por el rigor y la concentración expresiva, Pedro Páramo sintetiza la mayor parte de los temas que han interesado siempre a los mexicanos, ese misterio nacional que el talento de Juan Rulfo ha sabido condensar por medio de los cotidianos habitantes de Comala, región inscrita ya en la mitología.

Las 159 páginas de Pedro Páramo son atravesadas por ánimas en pena, caballos desbocados, prófugos que regresan a su atroz punto de partida. Territorio donde los tiempos y las identidades se disuelven, la novela sigue el curso del mito; nada lineal puede pasar en ella porque sus personajes han sido expulsados de la Historia; encarnan "un puro vagabundear de gente que murió sin perdón y que no lo conseguirá de ningún modo".

El tema de Rulfo no son los acontecimientos sino los hombres privados, no sólo de posibilidad de elegir, sino, de manera más profunda, de que algo les ocurra. Al margen del acontecer, los fantasmas rulfianos trazan su ruta circular. El mito es la encarnación colectiva del tiempo, herencia de todos que debe ser mantenida por todos.

La discontinuidad narrativa no conduce a una historia que debe ser "armada" por el lector, sino a un plano en el que todo sucede desde siempre. Pocas acciones se cuentan dos veces; sin embargo, todo instante es repetición.

Uno de los rasgos más poderosos en Pedro Páramo es la presencia de voces fantasmales y de ánimas en pena, y ello permite al autor exhibir la inmensa gravedad de la violencia y de la cerrazón propia del cacicazgo y la Iglesia.

Lo mas importante de Pedro Páramo es que rompe con la cronología acostumbrada de todos los libros y presenta los acontecimientos en aparente desorden. Así, la primera escena, la llegada de Juan Preciado al pueblo, sólo puede haber sucedido más tarde que la última, la muerte del cacique. Este desorden y la célebre fragmentación de las escenas obedecen a un paradigma clásico de expresión —en las estructuras profundas— de un elemento fundamental para la existencia de aquel mundo que aparece descrito en la obra: la destrucción de los órdenes familiar, anímico y político como fruto del cacicazgo, esto es, del totalitarismo más primitivo. De esa forma, en la lectura se va asistiendo a un mundo que no se dice fragmentado, sino que se expresa y se presenta como tal: leer Pedro Páramo equivale a sumergirse en una realidad que no puede ser consciente de sí misma.
Por Miriam Maltos, estudiante FES-Aragón-UNAM

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