sábado, 5 de abril de 2008

Inquisición: instrumentos de tortura,sacudida cultural

La exposición es considerada una antología de los horrores y de la crueldad humana. Monjas, borrachos, infieles, herejes, fugitivos, homosexuales... todos eran objeto de castigos brutales. El ambiente se percibe tenso y lúgubre. El aire que se respira se torna insuficiente y enmohecido. Los colores rojo y negro del montaje enmarcan las antiquísimas piezas elaboradas en hierro y madera. Todo mueve a reflexión: repudio, rechazo, miedo, impotencia, indignación.

Esto sucede luego de recorrer la muestra titulada Inquisición: Instrumentos de tortura, desde la Edad Media hasta la época industrial, que fue inaugurada por primera vez en México en 1995 y que tras su permanencia en varios recintos del Distrito Federal y del interior de la República dejará de ser expuesta a finales de este mes en el Palacio de Minería, en donde ha sido alojada durante cuatro años, pues antes estuvo seis años en el Palacio de la Inquisición (antigua Escuela de Medicina), también en el Centro Histórico.
La muestra, que es considerada "una antología de los horrores y de la crueldad humana", a lo largo de más de una década ha recibido a aproximadamente cinco millones de visitantes y es considerada la que mayor tiempo ha permanecido al alcance del público en el Distrito Federal. Las salas que exhiben el acervo nos remiten y hablan de la sangre derramada, infecciones, putrefacciones, gangrenas, desollamientos, destripamientos, decapitación, descuartizamientos, mutilación de miembros, entierros, latigazos, hogueras, suplicios letales, golpes dolorosos y humillaciones públicas, consecuencias de los terribles castigos a los que fueron sometidas las víctimas.

La colección montada en varias salas del Palacio de Minería se divide en Instrumentos de humillación pública, Aparatos para torturar, Instrumentos de pena capital e Instrumentos de tortura contra mujeres. La museografía también consta de xilografías y grabados para ejemplificar los métodos de tortura, incluidas fichas y textos informativos. Los letales artefactos se remontan a los siglos XVI y XVII, además de las reconstrucciones filológicas del XIX y XX, y de esas piezas que integran la colección de los italianos Lorenzo Cantini y Donatella Montina se hallan tanto instrumentos originales como réplicas. Esto significa que tres cuartas partes de las piezas exhibidas son originales y el resto, reconstruidas.

Entre los victimados y las acciones castigadas figuran: herejes, homosexuales, presos, fugitivos, monjas, vagos, borrachos, mercaderes deshonestos, infieles, regicidas, madres solteras, chismosas, brujas, poseídos, prostitutas, rateros, músicos malos, aquellos que estaban inconformes con el orden establecido, libidinosos, etcétera. Y contra ellos se utilizan, por mencionar algunos de los instrumentos de tortura y pena capital, el garrote, la espada del verdugo, la doncella de hierro de Nuremberg (sarcófago con puntas por dentro), la jaula colgante (en donde los condenados morían por el clima, hambre y sed), la guillotina, el aplasta cabezas (con el cual el cerebro se escurría por la cavidad de los ojos) y el aplastapulgares, el desgarrador de senos, el desollamiento y el cinturón de castidad.
Por Rosa Arzate, estudiante de Comunicación y Periodismo, FES-Aragón

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