martes, 8 de abril de 2008

Visión de los vencidos

Este libro apareció por primera vez en 1959 y en él se relata como fue la conquista de México por los españoles, nos da una imagen diferente de los indígenas de Tenochtitlan, Tlatelolco, Tezcoco y Tlaxcala.

Es la historia de la conquista ahora desde el punto de vista de los mexicanos; ya que con regularidad es contada por los españoles o europeos, se trata de ahondar en el pensamiento indígena ¿qué pensaron los mayas y otros al llegar los “descubridores y conquistadores”? ¿Cuáles fueron sus actitudes hacia ellos? ¿Cómo fue su lucha?.Todo esto se trata de explicar mediante algunos textos traducidos del náhuatl por Ángel María Garibay y organizados por Miguel León Portilla.

Esta gran obra nos cuenta los ocho presagios que tuvieron previo a la llegada de los españoles, el primero se presentó diez años antes de que éstos llegaran, el último presagio funesto es el más increíble de todos, ya que cuentan que hombres deformes se dejaban ver, eran personas monstruosas de dos cabezas pero un solo cuerpo y cuando se las mostraban a Motecuhzoma desaparecían. No sólo nos narran los presagios, sino que nos dan los significados de cada uno de ellos.

Después vienen las primeras noticias de los españoles, llegaban “torres o cerros pequeños que venían flotando por encima el mar” y en ellos venían gentes extrañas “de carnes muy blancas”. Aún sin saber nada de ellos, los indígenas los recibieron, pensando incrédulamente que era dioses, los acogían con frutos, comida, collares de oro y muchos obsequios de bienvenida, “los hombres de carne blanca” quedaron maravillados. La entrada de los españoles a México- Tenochtitlan estuvo llena de engaños, mientras los mexicanos les ofrecían todo lo que tenían, los españoles no hacían más que vigilar cada uno de los movimientos, para después atacar.

Dentro de la batalla hubo traiciones, muertes, sacrificios, torturas, sangre, pero sobre todo mucho valor, fuerza y orgullo de los mexicanos. Este relato nos deja ver la visión de los vencidos, una civilización que se perdió para siempre.
Por Ana Ramos, estudiante de Comunicación y Periodismo, FES-Aragón









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